Si estás pensando en cambiar de coche próximamente, seguro que una vez hayas salvado el primer escollo, escoger el modelo que más te guste o el que más se adecúe a tus necesidades y posibilidades, te tendrás que enfrentar a la gran pregunta que nos hacemos todos:
En nuestro país, casi dos de cada tres automóviles utilizan gasóleo como combustible, una cifra más elevada que la del resto de países de nuestro entorno, a excepción de Francia. Sin embargo, esta tendencia está cambiando paulatinamente gracias al desarrollo de motores de gasolina más eficientes.
Hasta ahora, la mayor parte de los compradores se decantaban por los diésel basando su decisión, fundamentalmente, en una cuestión económica. El ahorro en el gasto de combustible que logran estas motorizaciones, unido a la diferencia de precio entre ambos carburantes, ha propiciado que muchos optaran por ellos, incluso a pesar de que generalmente es necesaria una mayor inversión para adquirirlos.
Ese dinero ‘extra’ que necesitamos para comprarlos se amortizará con el tiempo, siempre y cuando no surjan imprevistos, como por ejemplo, que por el motivo que sea ya no necesitemos recorrer muchos kilómetros al volante. La elección, por tanto, está clara si se da el caso de que el coche que te gusta cuesta lo mismo sea diésel o gasolina, desde el primer metro estarás ahorrando dinero en combustible.
Ahora bien, hay vehículos en los que la diferencia de precio entre los motores diésel y de gasolina llega a suponer un porcentaje muy importante del valor total del coche, por lo que conseguir ahorrar ya no te resultará tan sencillo. Todo dependerá de cuánto crees que vas a usar ese automóvil y también, durante cuánto tiempo lo mantendrás en propiedad. Si bien, ahora que la diferencia entre el precio de un carburante y otro no es tan abultada
Las cifras de ventas indican que sí, pero también señalan una creciente demanda de los coches de gasolina. La causa está en progreso generalizado que han sufrido este tipo de motores, que ahora suelen ser por norma general mucho más eficientes de lo que a priori podrías pensar. El denominado ‘downsizing’ (motores con menos cilindrada pero de igual o similar rendimiento) junto con la popularización de la sobrealimentación permite que hoy en día podamos disfrutar de compactos capaces de lograr medias de gasto hasta hace no mucho reservadas para los coches diésel, con cifras que llegan a situarse en 4,1 litros por cada 100 kilómetros recorridos, como es el caso de algún modelo alemán.