El filtro del habitáculo, también conocido popularmente como filtro de polen, va colocado en el circuito de aire acondicionado y climatización del vehículo con el fin de filtrar las partículas externas que pudieran contaminar el aire procedente del exterior y de este modo, garantizar la mejor calidad del aire posible dentro del vehículo.
En el caso de los vehículos familiares y grandes berlinas o furgonetas y monovolúmenes, el vehículo puede equipar más de un filtro para una realización más efectiva de su función.
Los filtros del habitáculo más comunes suelen ser de dos tipos: los conocidos como filtros de polen y los filtros de carbón activo o activado.
La función del filtro de polen y de carbón activo es prácticamente la misma, evitar la introducción de sustancias externas dentro del vehículo a través del circuito de aire. La diferencia entre ambos radica principalmente en que el filtro de carbón activado no sólo evita la entrada de polen y otras partículas similares en el automóvil, sino que, además, impide que la polución y los malos olores se cuelen en el coche.
Por otro lado, ambos suelen diferenciarse también por su color, soliendo ser los filtros de polen de color blanco y los de carbón activo de color negro.
De este modo, podemos decir que, pese a que ambos están directamente relacionados con la comodidad interior del vehículo, el de carbón activo repercute además en el confort olfativo de sus integrantes, evitando los clásicos inoportunos malos olores en carretera.
Como suele ocurrir con este tipo de piezas, todo dependerá del tipo de vehículo en concreto y especialmente, del fabricante del mismo. Sin embargo, podemos decir que sí que existen ciertos patrones a seguir. Concretamente, la cantidad de kilómetros máxima entre un cambio y otro del filtro del habitáculo no debe exceder en ningún momento los 30.000 kilómetros, empezando a ser aconsejable valorar su sustitución a partir de los 15.000.
Para saber si verdaderamente ha llegado el momento de reponer la pieza, existen una serie de indicios o indicadores a tener en cuenta.
El indicio más común y perceptible que nos muestra que el filtro del habitáculo de nuestro vehículo ha dejado de realizar su función de manera efectiva es el olor. Si al activar el aire acondicionado o simplemente el ventilador comenzamos a percibir cierto olor desagradable, deberemos acudir a nuestro taller de confianza lo antes posible para cambiar la pieza. De este modo, evitaremos estar respirando un aire en mal estado y tener que estar soportando malos olores mientras conducimos. Sobre todo, durante los meses de verano, cuando el uso del aire acondicionado es más habitual.
Otra señal que nos indica que ha llegado el momento del cambio es un mal flujo del aire del ventilador del coche. Si notas que al activar el ventilador, el aire no sale tan potente o regular como de costumbre, es muy probable que la causa sea un filtro del habitáculo lleno de grasa que ha dejado de cumplir con su función correctamente.
Se trata de algo a lo que debe ponerse remedio cuanto antes, ya que no sólo interfiere en la calidad del aire interior del automóvil, sino que además, puede provocar un incorrecto desempañado de las lunas llegado el momento oportuno, o que éstas tarden demasiado en desempañarse dificultando la visibilidad del conductor. Por ello, a las primeras señales de un filtro defectuoso, debe acudirse a alguno de nuestros talleres con premura.